Lo que debía ser una tarde cualquiera se convirtió en una pesadilla para los samarios. Una tormenta eléctrica con lluvias torrenciales y vientos huracanados golpeó sin piedad la capital del Magdalena durante más de cuatro horas, dejando a su paso una ciudad desbordada, sin movilidad y con más de 100 barrios totalmente inundados.
El panorama fue desolador: conjuntos residenciales colapsados, centros comerciales como Buenavista y Homecenter con sus pasillos convertidos en lagunas, y arroyos transformados en ríos violentos que arrastraron todo a su paso, desde motos y vehículos hasta muebles, enseres y mercancías.
La Avenida del Libertador, una de las vías más importantes de Santa Marta, fue una de las más afectadas. Varios carros quedaron flotando o volcados, mientras ciudadanos se aferraban a rejas y postes intentando no ser arrastrados por la corriente.
En sectores como Taganga, Pescaíto, Gaira y San Jorge, las escenas eran similares: casas bajo el agua, familias evacuando con lo poco que podían rescatar, niños llorando y comerciantes lamentando la pérdida total de su mercancía. En Taganga, la quebrada se salió de su cauce y anegó todo a su paso.
“Esto fue como una película de terror, el agua subía por las escaleras, y los rayos no paraban de sonar. Sentí que no salíamos de esta”, relató una vecina de María Eugenia, mientras rescataba a sus mascotas entre el barro.
La administración distrital, encabezada por el alcalde Carlos Pinedo Cuello, declaró la alerta naranja y confirmó que en tan solo tres horas cayeron 155 milímetros de agua, una cifra alarmante que superó con creces la capacidad del precario sistema de alcantarillado pluvial de la ciudad.
A pesar del despliegue de organismos de emergencia, la ciudadanía cuestiona el abandono estructural de Santa Marta. “Celebraron los 500 años con conciertos y luces, pero no hay drenajes. ¡Nos estamos ahogando en agua y negligencia!”, expresó un comerciante del Centro Histórico.
Santa Marta sigue en emergencia, con barrios sin electricidad, vías bloqueadas y familias que perdieron todo. Mientras tanto, la lluvia cesó, pero la ciudad continúa luchando por salir del lodo.