En medio de la pandemia y justo cuando las restricciones de distanciamiento social y cierre al público generaron en el Zoológico de Barranquilla una profunda crisis que atentaba contra la seguridad alimentaria de los animales, un pequeño y generoso corazón comenzó a mover a través de sus nobles intensiones, una enorme ola de solidaridad, a través de la cual empresas, entidades y cientos de ciudadanos se sumaron para evitar que se pusiera en riesgo la sostenibilidad de uno de los sitios preferidos por los niños de la ciudad, pero sobretodo, el sitio que le robó el corazón a Sami, a sus escasos dos años, cuando en una visita lo bautizó como el “Chócolo”.
Apenas Sami se enteró de la compleja situación que atravesaba el Zoológico, activó una campaña que comenzó con un aporte inicial de 150 mil pesos, correspondiente a todos los ahorros que había reunido durante este año, ayudándole a su hermana Vanessa en el emprendimiento de galletas que inició este año.
Pero, las cosas no pararon ahí. Sami motivó a sus amigos, familiares, compañeros de curso y colegio, conocidos y seguidores en redes sociales, para que sumaran esfuerzos en torno a una causa noble, garantizarle el alimento a las especies que habitan en el Zoológico y con ello, mantener vivo a su querido Chócolo.
La buena voluntad no tardó en activar una enorme red que trascendió fronteras y lo que inicialmente se gestó en el noble y generoso corazón de Sami, terminó convertido en la más grande iniciativa para salvar el Zoológico.
Aportes a través de plataformas electrónicas, donaciones de alimentos, apoyos económicos, gestiones ante el Gobierno y todo tipo de expresiones de solidaridad no tardaron en aparecer.
Fue tanto el esfuerzo, liderazgo, pasión y energías que le imprimió la pequeña Sami a su campaña, que el Colegio Marymount no dudó en destacarla como líder, exaltado su iniciativa como un ejemplo a seguir y recalcando que ayudar a los más necesitados es una forma en que la institución vive su liderazgo y espiritualidad.
Y es que la vida de Sami ha estado íntimamente ligada al Zoo, desde esa visita en la que Jacho, su papá, la llevó al encuentro con los animales, se selló una relación indisoluble y eterna entre ella y su amado “Chócolo”.
Sami ha sido la imagen del Zoológico en muchas de sus campañas educativas, la conocen como un miembro más del equipo y hasta los animales se alegran con su presencia y derroche de energía, amor y motivación.
Samia Jadad Tamer, con su arrolladora personalidad, ha demostrado que nada le queda grande y que con determinación y voluntad siempre se superarán las dificultades, pero sobretodo, se activarán los corazones en torno a nobles causas.
Sami, ya tienes un pedacito de cielo ganado. ¡Gracias totales!